martes, 30 de septiembre de 2008

GUERRA DE LOS SUPREMOS

Tuvo su origen en San Juan de Pasto, el 30 de junio de 1839, cuando varios sacerdotes que se oponían a la orden del Congreso de disolver los conventos con menos de ocho frailes, pese a que esta orden contaba con el apoyo del arzobispo de Bogotá. El alzamiento, aunque fue sofocado temporalmente dos meses después, en la Batalla de Buesaco, se recrudeció cuando varios caudillos regionales que pretendían reivindicaciones políticas y económicas, se alzaron contra el gobierno central. En julio de 1840, al poco tiempo de haber aceptado José María Obando someterse al gobierno de José Ignacio de Márquez para ser juzgado por el asesinato de Antonio José de Sucre en 1828, escapóse de la cárcel e inició un alzamiento tras alegar falta de garantías procesales. La rebelión de este caudillo, máximo jefe del partido santanderista, fue aprovechada por otros dirigentes antigobiernistas para generalizar la guerra.


Estos caudillos fueron: Reyes Patria en Tunja, Juan A. Gutiérrez en Cartagena de Indias, Salvador Córdoba en Antioquia, José María Vesga en Mariquita (Tolima), Manuel González en El Socorro, y Francisco Carmona en Santa Marta. Cada uno se denominaba Comandante Supremo de su propio ejército, de ahí el nombre de "Guerra de los Supremos".


La guerra, que principalmente buscaba reubicar a los generales santanderistas en la distribución del poder, no contó con una dirección única, lo que permitió su derrota en 1841.


La guerra civil de 1840, llamada la Guerra de los Supremos, trajo más desgracia y miseria a la economía y desarrollo del puerto cartagenero. La guerra afecto drásticamente las rutas comerciales que permitían la llegada de mercancías a la ciudad, con lo que se impedía la principal función del puerto, lo que se consiguió aumentar la difícil situación por la que venía pasando.


En esta contienda Cartagena no tuvo un buen puesto en la guerra a causa de que sus “líderes” carecían de un mando unificado, y fueron fácilmente derrotados por los generales Tomás Cipriano de Mosquera y Pedro Herrán.

El azote de la guerra toco a Cartagena, que por un tiempo estuvo en el poder de la fuerza que iba en contra del gobierno, y en octubre de 1841 se hallaba bajo el nuevo control de la facción constitucional, en peligro por ser atacada por la flotilla rebelde que, desde el Golfo de Morrosquillo, se presentaba para atacar a Cartagena al mando del teniente José Antonio Padilla, Veterano de Maracaibo, hermano del almirante y quien estuvo integrado a la marina desde 1833.

La pésima estrategia de las tropas insurrectas, y la mala disposición del gobierno sumiría a Cartagena en una miseria económica, evitando la entrada de exportaciones e importaciones, frente a esto el gobierno Británico trataría de aprovechar esta situación de desorden público, y el 19 de Noviembre de 1841, el gobierno Británico apoyado por las tropas gubernamentales, produjo un encuentro que fue decisivo en la Bahía de Cispatá, produciendo 59 muertos, 23 heridos, y cerca de 200 prisioneros, causando una gran revuelta entre la población civil cartagenera, lo que llevaría al general Tomas Cipriano de Mosquera suprimir lo que quedaba de la marina.

Protagonistas: José Ignacio Márquez y sus reformas en contra de un movimiento bajo las banderas de la federación que agrupó frailes, fanáticos, guerrilleros, indios, militares autoritarios y latifundistas. José María Obando, uno de los jefes regionales o también llamados supremos.

Razón de la guerra: Ciertas medidas intentaban suprimir la existencia de conventos menores en las provincias del sur del país. Fue tanta la proliferación del poder regional, que a través de distintas regiones, aquel movimiento que empezó ante la defensa de los conventos menores, se le sumo el surgimiento de jefes locales que empezaron a ser conocidos como los supremos.

Consecuencias: Derrota de los poderes regionales al no poder cohesionarse en contra del poder central.

1 comentario:

Unknown dijo...

esta guerra es muy buena y me gusta mucho